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Ayer estuve en la exposición "El laboratorio de España. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907-1939)", en la Residencia de Estudiantes de Madrid. El sitio web de la exposición es http://www.residencia.csic.es/jae/index.htm, pero lo que merece un comentario aparte por la espectacular forma de presentar la información es la web del Archivo de la junta para Ampliación de Estudios.
"La exposición [...] tiene por objetivo dar a conocer al gran público la importancia que tuvo para nuestro país el novedoso proyecto de modernización y reforma iniciado por este organismo, que ahora cumple cien años, a través de la concesión de becas o pensiones para la ampliación de estudios en el extranjero, la actividad científica puntera desarrollada en sus centros de investigación y la renovación pedagógica impulsada en sus centros educativos. La JAE, institución autónoma, aunque dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y presidida hasta su fallecimiento en 1934 por Santiago Ramón y Cajal, utilizó fundamentalmente dos instrumentos para conseguir sus objetivos: dotar becas para estudios y formación en el extranjero y crear nuevos centros de investigación. Sus investigadores y pensionados superaron los dos millares y muchos de ellos fueron relevantes figuras de la ciencia, el arte y las humanidades. La JAE era un "laboratorio" en sí misma, donde se estaba ensayando un nuevo modelo de modernización de España a través de la ciencia. La exposición, proyectada por la Fundación Francisco Giner de los Ríos [Institución Libre de Enseñanza] con producción ejecutiva de la Residencia de Estudiantes, se divide en dos secciones diferenciadas: la primera en el pabellón exterior muestra la historia y protagonistas de la JAE y la segunda en el Pabellón Transatlántico -lugar que ocuparon en la Residencia, entre otros, los laboratorios de Juan Negrín y Pío del Río Hortega- presenta cinco objetos de estudio que muestran lo que fueron las principales Áreas de investigación y de renovación pedagógica: la neurona, el habla, la materia, el Guadarrama y la educación. Este planteamiento, alejado de una exposición enciclopédica, pretende mostrar los conocimientos científicos elaborados en la JAE a partir de unas propuestas prácticas, realizando así un acercamiento más vital a lo que fue esta institución, en consonancia con su espíritu renovador. En la exposición se proyectará el documental ¿Qué es España? cuya recuperación, conservación y documentación ha sido posible gracias al Instituto Valenciano de Cinematografía "Ricardo Muñoz Suay", al Ministerio de Cultura, a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y a la Residencia de Estudiantes."
Lo que más me impresionó fue la zona de la exposición dedicada al sistema educativo que se usaba en la España de hace casi 100 años, especialmente el hecho de que los alumnos no usaban libros de texto, en su lugar usaban un cuaderno personal, en el que iban documentando, con orden y estructura, y con una estética impecable, las explicaciones de los profesores o las visitas que hacían a los lugares donde aprenderían cosas. La colección de cuadernos que se exhiben en la exposición, hechos por adolescentes, es impresionante: los titulos de los temas hechos con tipografías inventadas y perfectamente dibujadas, mapas hechos a mano y a todo color, reflexiones sobre lo que han escuchado, y todo ello respetando los márgenes, con una letra clarísima y un aspecto impecable. Es difícil de argumentar que todo aquello no fuera un método educativo, porque todo el mundo sabe que mientras escribes memorizas, y que cuanto más lento es el proceso de lectura (y escribir un resumen obliga a ralentizar la lectura) más posibilidades hay de reflexionar. Y, ahora que sabemos que no hay aprendizaje posible sin una emoción asociada, si todo ello lo rodeas de un ambiente agradable, el éxito está garantizado. Me gusta la descripción que da el dossier de prensa de la exposición sobre este método docente: "[...] el niño que emerge cuando la educación se basa en el cuaderno personal de notas que, en sustitución del manual escolar obligatorio, cada alumno del Instituto Escuela tenía que elaborar con la descripción de las actividades en clase o de campo. El cuaderno era el instrumento para convertir al estudiante en un investigador y para hacer la educación participativa, experimental y continua, sustituyendo la tradición de un alumno pasivo y un profesor magistral."
El ambiente de los colegios de la época puede verse en el documental "Qué es España", un documento histórico, encontrado por casualidad recientemente, y que se exhibe por primera vez tras haber sido restaurado. La película presenta una imagen de España que sorprende a los españoles de hoy, ya que al presentar un panorama de la España de la época aparecen imágenes del trabajo científico realizado en la residencia de estudiantes e imágenes de los ilustres de la época: Bartolomé Cossío, Joaquín Costa, Menéndez Pelayo, Giner de los Ríos, Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, y centrándose en el mundo científico, Menéndez Pidal, Américo Castro, Enrique Moles, Miguel Catalán, Torres Quevedo, Severo Ochoa y Ramón y Cajal. Yo no se qué incluiría usted en un documental que hubiera que hacer hoy y que se titulara "qué es España", pero lo que es seguro es muchos de los personajes que hoy son más influyentes y no son de la talla intelectual de los nombres mencionados. Cuando el documental se centra en los colegios de mediados de los años 20, nos muestra la vida cotidiana del grupo escolar "Cervantes" donde vemos el desordenado orden de un comedor y de un patio de colegio, y el ambiente de las clases, en la que se ve claramente a los alumnos escribiendo en su cuaderno de notas sus reflexiones sobre los experimentos que acababan de hacer o sobre las explicaciones del profesor.
Al ver este documental me di de bruces con una realidad que confirma una de mis teorías: que la cultura visual predominante ha tenido como efecto secundario la disminución de las habilidades de comprensión y expresión.
Una amiga que se dedica a la docencia me comentaba no hace mucho que el defecto de los libros de texto actuales es que están llenos de esquemas, sustituyendo así el esfuerzo mental que el alumno debe realizar para comprender y esquematizar un texto por una actividad distinta, la de memorizar, que no es mala, pero que no tiene que ver con la capacidad de comprender ideas, que es de la que estamos hablando. Deberíamos, por tanto, de llamarlos "libros de esquemas" en vez de "libros de texto". Hoy en día se considera "aburrido" un libro que consista en texto sin imágenes, a pesar de que el texto esté escrito por un experto pedagogo que te enseña la materia mientras disfrutas de la forma en que lo hace. El entretenimiento ahora es visual, y el aprendizaje es pasivo, y poca gente está dispuesta a esforzarse en divertirse mediante la comprensión lectora.
La próxima vez que usted vaya a una disertación basada en Power Point cuente cuántas personas están tomando notas y podrá usar tan solo una mano. Y si esas mismas personas van a otra disertación y no hay un Power Point de por medio, la mayoría se sentirá defraudada, excepto los cuatro lunáticos que seguirán tomando notas. Escuchar algo no garantiza que lo entiendas, y leer no es aprender, es el acceso al aprendizaje, que se debe de hacer personalmente mediante la reflexión. ¿Le sorprende, por tanto, lo superficiales que son los conocimientos de algunos que se denominan "expertos"?. Esta generación de expertos formados a golpe de Power Point y que ha descartado comprarse y estudiar libros por lo caducos que son los conocimientos que necesitan no podrá competir con los expertos de otros lugares (estoy pensando en Oriente) donde el aprendizaje aún se hace como se ve en el vídeo de esta exposición.
Esto mismo ha sucedido, en otro orden de cosas, en el mundo de los informáticos, especialmente en el de los programadores. La generación que ha crecido en la "informática visual" (no en vano el producto estrella de este paradigma se llama "Windows" y no "Letters") ha desarrollado su sentido estético visual y sus habilidades espaciales al mismo tiempo que ha ido perdiendo su capacidad de razonamiento abstracto aplicado a la programación. En los años 70 y parte de los 80 todo lo que un ordenador ofrecía era una pantalla negra, un cursor blanco, y un lenguaje de programación basado en unas reglas, con el que el programador "argumentaba" con la máquina usando estructuras de programación y sentencias. Aquellos lenguajes de programación, a pesar de ser de alto nivel, obligaban a programar teniendo en cuenta las limitaciones de la máquina y del Sistema Operativo que se usaba, algo que hoy en día no es necesario y que posibilita el uso abusivo de los recursos de la máquina al usar docenas de componentes preprogramados. Ahora ya no se ve como un valor desarrollar técnicas de programación en un entorno limitado, ahora se programa un "Hola Mundo" que de desplaza por la pantalla, que consume 1 Gb de RAM y que consta de 3000 líneas de código.
El modelo de programación de los 70 y parte de los 80 no es tan distinto de aquel con el que se enfrenta el escritor cuando ante un papel en blanco debe usar el lenguaje natural basado en reglas gramaticales para crear una novela. El modelo de los programadores de texto sigue existiendo especialmente en los desarrolladores de software libre, que siguen empleando el terminal de texto como pantalla de trabajo y que siguen exprimiendo su creatividad para parir líneas de código, a veces (como ocurre con algunos escritores) de una belleza solo comparable con su tremenda eficacia al ser ejecutadas.
¿Cuál será el destino de la cultura visual? Pues está aquí para quedarse, y es bienvenida. Pero hace falta una seria reflexión por parte de los pedagogos sobre los métodos que se usan para facilitar el aprendizaje. No solo deben de ser métodos modernos y espectaculares, deben también de ser eficaces. Deben de favorecer el trabajo de reflexión y de extracción de información por parte del alumno. Y esperemos que el giro hacia el software libre que se aprecia en la actualidad sustituya una generación de administradores de sistemas que hacen su trabajo a base de clicks por una nueva generación que lo haga a base de scripts, aplicando la reflexión propia del lenguaje escrito en lugar de la improvisación propia de los entornos visuales.
Ya lo dijo Roger Shank hace tiempo: menos materia que ya no es útil y más práctica individual. Y aquí es donde la tecnología puede ser una ayuda extraordinaria al proceso educativo, al poder crear escenarios de aprendizaje independientes para cada alumno, algo que le ayudará a desarrollar sus propias capacidades y no a seguir un ritmo de grupo que quizás no sea el suyo. Ahora podemos sustituir un cuaderno en blanco por un ordenador personal, pero no podemos convertir al aprendedor en espectador. Para aprender hay que implicarse, y eso lo sabían perfectamente los profesores españoles a mediados de los años 20 del siglo pasado.
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