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Hay momentos en la historia en los que se produce una asincronía, es decir, una convivencia de dos tiempos históricos diferentes. En esos momentos la realidad avanza más rápido que nuestra capacidad de interpretarla y nos encuentra, como se suele decir, con el paso cambiado.
Eso ha ocurrido durante estos últimos siete días. Ha habido una aceleración brutal del tiempo histórico ya que en una semana se ha pasado de que unas pocas personas tomen la Puerta del Sol de Madrid y organicen allí una acampada reclamando reformas en el sistema democrático español a que, en este momento haya más de 140 acampadas en muchos países, como se puede ver en este mapa.
Estamos viendo principalmente dos tipos de reacciones a esta asíncronía:
Analicemos cada uno de estos puntos de vista:
Reinhart Koselleck, filósofo de la historia fallecido en 2006, describió muy bien esta reacción ante una aceleración del tiempo histórico: corresponde a personas que piensan en términos de "conceptos asimétricos", es decir, que dividen cada aspecto de la vida en dos partes contrarias mútuamente excluyentes: nosotros/ellos, católico/hereje, derecha/izquierda, sistema/antisistema.
Este tipo de mentalidad utiliza esos conceptos como armas arrojadizas contra todo aquel que no se encuentre en la mitad que él ocupa, ya que sólo en la mitad que él habita están las cosas buenas, y la otra mitad conceptual del mundo está poblada por el mal, el peligro, el pecado, etcétera.
Usan, por tanto estas "etiquetas binarias" como una navaja con la intención de excuirlos: las agarran por el mango inofensivo de los conceptos positivos (sistema) y atacan con el filo cargado de conceptos negativos (antisistema), de tal modo que el atacado queda acribillado de negatividad.
Esta entrevista con Koselleck les servirá para ampliar información sobre los conceptos asimétricos.
Herbert Marcusse, filósofo y sociólogo alemán fallecido en 1979, apunta al mismo tipo de personas descritas por Koselleck y califica como "hombres unidimensionales" a aquellos que quedan prisioneros de los marcos de referencia de la sociedad en la que viven y pierden toda capacidad crítica para analizar la realidad de forma original.
Ya comprenden por qué ante una nueva realidad que acelera el tiempo histórico algunos adoptan una actitud reaccionaria, es decir reaccionan como se reacciona ante un peligro: drásticamente, para detener el proceso.
No es tan sencillo detectar esta forma de pensar siempre. De hecho, hay algunos argumentos inocentes que esconden una carga "unidimensional" muy peligrosa, como la conocida frase de "todos los hombres son hermanos" que pretende ser una ética muy elevada pero que suele ser enarbolada por personas o instituciones que pretenden uniformar a la gente para evitar que se muestre la diversidad. En esa argumentación suele haber un entimema (un argumento implícito) que es "todos los hombres sois hermanos y yo soy vuestro padre" con lo cual se crea la jerarquía que garantiza la "unidad entre los hermanos".
Sobre esto escribió Richard Senneth, sociólogo estadounidense, en "The Rethoric of Ethnic Identity" (1990) que "la gente sólo genera imágenes de la humanidad en condiciones de uniformidad social".
Hay que sospechar mucho cuando se nos dice que "la gente dice", "los españoles piensan", "la humanidad es" porque, como dice Senneth, bajo una capa de humanidad se esconde la uniformidad social. Muchos que hablan sobre "la gente" quieren decir los "blancos, occidentales y cristianos".
Es fácil contaminarse con este lenguaje excluyente vestido de humanismo. Hágase un test. ¿Qué imagen le viene a la mente cuando lee "mujer española"? ¿Le viene la imagen de una persona de color? ¿de una joven con un piercing en la nariz y ropa multicolor? ¿no? Claro, es normal, es que hay tantas imágenes distintas de "mujer española" que es imposible fijar una única imagen que defina el término.
La variedad es irreducible, y los que intentan hacerlo acaban necesitando un modo de pensar que use violentamente las "etiquetas binarias" de Koselleck y los "argumentos unidimensionales" de Marcusse.
Si en vez de pensar que "todos los hombres son hermanos" pensamos que "todos los hombres son distintos" empezamos a asumir la diferencia como un valor y un principio de orientación política.
¿Y qué consecuencias tiene asumir la diferencia como un valor?
Pues que de repente la palabra "democracia" deja de significar "el gobierno del pueblo" (entimema: "el gobierno de los que son como yo") para significar "el gobierno del demos" y el problema ahora es de naturaleza puramente política y conceptual: hay que resolver quiénes son "el demos".
Les anticipo que este tema da para mucho porque justamente los fenómenos de migraciones masivas y creación de sociedades multiculturales están haciendo que la política se replantee redefinir el "demos político" (la primera mitad de la palabra "democracia") ya que se está dando la paradoja de que a los inmigrantes se les da una ciudadanía parcial: aunque viva aquí usted tiene que obedecer las leyes pero no puede votarlas. ¿Quién ha decidido partir el concepto de ciudadanía en dos partes de tal modo que se crean ciudadanos que "solo obedecen" y otros que "obedecen y pueden votar"?
Bueno, cuando uno asume la diferencia como valor empieza a usar una dimensión social a la hora de comprender el mundo y se da cuenta de que no hay una única forma de entenderlo. No hay un "nosotros" inofensivo y un "ellos" peligroso. Solo hay un nosotros plural.
Este tipo de razonamiento es el que emplea Alexis de Tocqueville, político del siglo XIX, ideólogo del liberalismo, cuando dice en la introducción de su obra "La democracia en América" que "un nuevo mundo requiere una ciencia política nueva". Para que vean cómo han cambiado el liberalismo.
Tocqueville viajó a América cuando, tras la Revolución Francesa, Europa estaba buscando formas de organizarse políticamente como sociedad, y su afirmación de que la ciencia política debe ser una respuesta a lo que la sociedad demanda indica que la forma democrática es más una cultura que una organización política.
Ya dijimos en el post de ayer que hay política no organizada, que justo es la que representan movimientos como la #spanishrevolution, que es mucho más cultural que organizativa a diferencia de los partidos políticos que son mucha organización y muy poca innovación cultural.
Bueno, pues la #spanishrevolution se enmarca dentro del proceso de multiculturalidad que está haciendo evidente desde hace mucho tiempo la necesidad de nuevos paradigmas políticos que puedan hacerse cargo de un nuevo mundo.
Cualquier cambio debe de iniciarse desde la democracia, pero no tomándola como punto de llegada sino como punto de partida, por lo que estamos necesitando un nuevo modelo de democracia: uno que gestione bien el vínculo entre democracia y pluralismo cultural. Les recuerdo que todos los Estados actuales se han formado tomando como base, no el multiculturalismo sino el nacionalismo, que, por su propia naturaleza es excluyente. Asi que ¿es de extrañar que en un mundo multicultural cuya mayor necesidad es la integración necesitemos un modelo de democracia no basada en paradigmas excluyentes?
No hay que pedir a la #spanishrevolution que dé las respuestas a todos los complejos problemas de nuestro mundo y lo haga en 7 días. Solo en los mitos se crea un nuevo mundo en 7 días. En la realidad lleva mucho más tiempo.
Bibliografía
Joaquín Herrero
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